Se conocieron en el mi primer día en la escuela secundaria de Gordonstoun, un prestigioso colegio escocés marcado por una estricta disciplina donde compartían claustros con los herederos de la nobleza británica.

La Gordonstoun School era una escuela de modalidad internado, con seis casas en las que se hospedaban 60 chicos en cada una. Y Timmy McKern estaba en la misma casa que Luca Prodan, el mismo que años después se convertiría en frontman de Sumo, una de las bandas más legendarias de la historia de rock argentino.

“Cuando conocí a Luca los dos veníamos de escuelas primarias como pupilos, yo de Argentina y el de Italia. Era un tipo que tenía facilidad para muchas cosas, alguien divertido, siempre al borde de romper alguna regla del colegio, y la verdad, nos alegraba un poco la vida a todos ahí adentro”, cuenta Timmy desde su casa en las Altas Cumbres cordobesas, cerca de Nono, donde vive desde hace décadas. Se trata de la misma casa donde Luca desembarcó en Argentina y donde hoy funciona el estudio de Las Pelotas, otro desprendimiento de Sumo, del cual Timmy también es su manager.

Luca Prodan cabalgando en las sierras cordobesas y con pelo, en el look previo a su estampa de líder de Sumo

Pero volvamos a aquellos días tempranos en la Gordonstoun School. Por entonces, Luca ya había empezado a cantar y despuntaba el vicio en el coro del colegio. Cantaba muy bien, pero sobre todo era del tipo que agitaba todo el tiempo, con ganas de divertirse. Desde muy temprana edad se rebeló contra el mandato familiar, terminó escapando del colegio, pasó una temporada en la cárcel por posesión de hachís y se negó a cumplir el servicio militar italiano.

Tras pasarse varias temporadas juntos en Londres, donde asistieron a los mejores conciertos, desde Frank Zappa a Van der Graaf Generator, con Peter Hammill; de Sex Pistols y The Clash a Bob Marley, Timmy regresó a la Argentina tras la muerte de su padre y se instaló al pie de las Altas Cumbres, en Córdoba, donde todo era vida y naturaleza.

“Estábamos viviendo juntos en Londres. Le dije: ‘vuelvo en 15 días’, pero nunca más lo hice. Pasó un tiempo, mi madre viajó a Londres y se encontraron. Entonces ella le mostró algunas fotos. Había una mía con mi señora y mis dos hijas acá, en Córdoba. Estaba todo muy lindo. En esa época Luca estaba muy adicto a la heroína, había sufrido un coma hepático, su vida era muy oscura, y en esa foto vio un montón de luz, de vida, un futuro. Entonces, me escribió preguntándome si podía venir para acá y yo le dije: ‘Por supuesto que sí’. Y vino en un estado bastante malo”, recuerda Timmy.

Luca Prodan en el internado escocés, con la banda de gaitas; es el primero de abajo, desde la derecha

Luca aterrizó en Ezeiza en el otoño de 1980 y encontró en esa casita de su amigo, ubicada en las cercanías de Nono, el lugar que necesitaba para estar lo más alejado posible de la heroína. Por entonces tenía alrededor de 22 años, caminaba al borde de la muerte y aquel refugio serrano fue su salvavidas.

“Me había prometido que iba a llegar completamente limpio. Bueno, obviamente, bajó del avión y no estaba completamente limpio, todo lo opuesto. Vino acá a Córdoba y básicamente el primer tiempo se lo pasó tirado en la cama, bancándose todo lo que se tenía que bancar. Pero se lo re bancó. Y después se fue poniendo más fuerte, empezamos a pasear por las sierras a caballo”, sigue el relato de Timmy.

De a poco, Luca empezó a deambular al aire libre por ese paisaje serrano, y un buen día conoció a Germán Dafuncchio, cuñado de Timmy, que se paseaba por allí con su guitarra acústica. De a poco, empezaron a juntarse a tocar.

Los primeros Sumo

“La primera vez que supe algo de Luca fue mucho tiempo antes de que él viniera a la Argentina. Recuerdo que Timmy me hizo una despedida porque me iba a hacer la colimba y, después de brindar, puso un casete con algo que había grabado ‘su amigo de Inglaterra’. Fue la primera vez que supe de su existencia y tiempo después me enteré de que venía. Pero nunca tuve ningún tipo de expectativa. Sabía que era el amigo de Timmy y punto. Cuando lo vi por primera vez dije: ‘¿y este cachivache?’”, recordó Daffunchio el día que conoció a Luca, en una entrevista con La Voz de Interior.

“En esa época, acá había poco que hacer para sobrevivir económicamente, y Luca siempre tenía esa idea de hacer una banda, salir a tocar para juntar una plata y volver. Esa fue la semilla para empezar a hacer algo”, sigue Timmy. Así las cosas, Luca viajó a Londres para buscar más equipos, otra acústica, un micrófono, una portaestudio Yamaha MT 120 de cuatro canales, una máquina de ritmos y una cámara de eco. Con eso regresó a la Argentina y empezó a hacer las primeras composiciones.

“Yo lo ayudaba a grabar, porque la portaestudio tenía un montón de botones a los que él no le daba mucha bola; iba componiendo temas y pasábamos los días así. Ahí cae mi cuñado, que es Germán Daffunchio y su amigo Alejandro Sokol. La comunicación era muy rara, porque Luca no hablaba castellano y ellos no hablaban inglés, entonces era todo muy de onda, se llevaban muy bien. Empezó tocando solo y ya tenía dos más”, bromea Timmy.

Andrea Prodan, hermano de Luca; Germán Daffuncchio y Timmy McKern en el paisaje inspirador donde todo comenzó

Luca también había hablado con Stephanie Nuttall, una baterista de Manchester, para que se sumara a aquella banda embrionaria que ya contaba con tres músicos. “De a poquito empezaron a armar la banda y a principios del 82 nos mudamos a Buenos Aires. Luca vino a mi casa en Hurlingham”, sigue Timmy.

El resto de la historia es lo más conocido. Sumo irrumpió en la escena porteña con un estilo salvaje y directo, que podía mezclar reggae, punk, dark y funk blanco sin perder su esencia rockera. Debutó en El Palomar, en un pub que se llamaba Caroline, a principios del 82 y, el 2 de abril de ese mismo año, tropas argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas. Así las cosas, la baterista Stephanie regresó a Inglaterra y obligó a Sumo a reinventarse, primero con el ingreso de Diego Arnedo, vecino de Hurlingham [en ese momento, Sokol, que tocaba el bajo, pasó a tocar la batería y Arnedo entró como bajista] y luego con el de Roberto Pettinato.

“De cierta manera, Pettinato se autoinvitó a la banda. Estaban haciendo una nota en el Expreso Imaginario, les pidió tocar juntos, de ahí fueron a la sala de Hurlinghman y se acopló a la banda”, recuerda Timmy. La formación se completó con “Superman” Troglio y Ricardo Mollo, el último en ingresar.

“A Luca realmente no le importaba lo de Malvinas, él cantaba en inglés, decía cualquier barbaridad y pasaba. A veces, lo escuchabas durante un show y decías: ‘Uuuyyyy, ¿qué está diciendo?’. Desde que llegó a la Argentina, Luca era un tipo completamente libre, no tenía nada que lo atara. Nosotros los argentinos veníamos con toda la paranoia de los milicos y todo lo demás, y él cayó como un coso completamente diferente, y realmente no le importaba si pasaba algo en ese momento” sigue Timmy.

“Recuerdo Obras, la prueba de sonido en Obras. Estaba hecho un desastre, todo el mundo pensaba: ‘acá la cagamos’ (en el show), porque estaba tan borracho… Pero cuando llegó el momento del show, siempre cumplió, y muy bien. Realmente era una situación difícil, todos queríamos ayudarlo, pero él no quería curarse. Ya se veía que no iba por buen camino, se veía cada vez más enfermo. Su estado de salud estaba cada vez peor”.

Luca Prodan, el hombre que redefinió el rock argentino

“Y bueno, esta noche el show es un show al revés. A mí se me dio vuelta la vida. También es un show dedicado al amor y a que la gente se respete uno al otro, ¿Ok? Y entonces, por esa gran razón es un show al revés. El primer tema es lo que le dijo Borges al punk en el tren de Londres”, abrió Prodan aquel recital de presentación de After Chabón, último álbum de estudio de Sumo, en el mítico Estadio Obras, el 10 de octubre de 1987. Sumo arrancó a pleno con “Fuck You”, acompañado por un pogo infernal. Eso sucedió apenas un par de meses antes de su muerte, ocurrida el 22 de diciembre de ese mismo año.

Aún faltaba el último show en la cancha de Los Andes, cuando se sentó al lado de Timmy para despedirse de su gran amigo. “Me dijo: ‘Mirá dónde llegamos ya, estamos cerrando un festival’. Como me hablaba, se notaba que estábamos llegando a un final, pero obviamente nadie se imaginó que ese final llegaría tan pronto, apenas unos días después. Luca era muy amigo mío, casi un hermano. Pasamos muchas cosas juntos en épocas anteriores. Tengo lindos recuerdos y un afecto muy grande por él”.