El Palacio Legislativo (Prensa Senado)

El Congreso ya se prepara para el receso de enero y esta noche terminan las sesiones extraordinarias convocadas por Javier Milei entre el 10 y 30 de diciembre. El Gobierno libertario puede mostrar un panorama optimista: armó un temario acotado -seis proyectos- y sancionó un tercio del mismo y dictaminó tres iniciativas que esperarán, junto a la que ni siquiera aterrizó aún -Código Penal-, a un potencial llamado para finales de enero o febrero próximos, con la última opción como la preferida por la mayoría de las bancadas tras un vertiginoso diciembre.

Desde el 10 al 26 del corriente mes -16 días-, el oficialismo consiguió los despachos en Diputados, su aprobación en el recinto y un mismo sendero en el Senado para el Presupuesto 2026 y la ley de inocencia fiscal. Es decir, el primer plan de gastos anual sancionado por el Congreso de la era Milei -tras dos prórrogas del de 2023- y la iniciativa para intentar recuperar dólares del colchón, al elevar los más que desfasados pisos para ser considerado un evasor, ya sea simple o grave.

Las normas que se dictaminaron y no arribaron al recinto de la Cámara alta fueron la reforma laboral y los cambios en la ley de glaciares. El texto relacionado con el mundo del trabajo era el más desafiante y los acotados tiempos del período extraordinario complejizaron su tratamiento, No obstante, la jefa libertaria en el Senado, Patricia Bullrich, abrazó la granada y avanzó.

Una serie de tropelías de la Casa Rosada, en medio de la confección de la versión final del Presupuesto 2026 -se debatía en Diputados-, sirvió de excusa perfecta para que la oposición dialoguista en la Cámara alta sugiriera patear la reforma laboral para otro momento. El inconveniente es que podría llegar rápido dicha instancia, si es que el envalentonado oficialismo apura en febrero. Por eso es trascendental no trasladar los votos de la última sesión no sólo a este proyecto, sino a cualquiera que sea delicado.

La jefa libertaria en el Senado, Patricia Bullrich (Jaime Olivos)

En el Senado, Bullrich maneja un interbloque de 21 legisladores. Para el quorum y activar el recinto, se necesitan 37. Por ende, el oficialismo está obligado a ir a pescar en la Unión Cívica Radical (UCR), que suma 10; el PRO, que quedó con tres, y silvestres provinciales que no siempre responden a gobernadores. Y nada es fácil para la administración libertaria a la hora de hablar del Congreso.

Durante la pasada sesión, la maquinaria oficialista funcionó muy bien. A modo de ejemplo: para las 15 del viernes -varias horas antes de las definiciones-, no había legislador que no afirmara que las dos leyes en discusión -Presupuesto 2026 e inocencia fiscal- pasarían con un mínimo de 40 adhesiones. Sólo quienes deseaban que saliera mal operaron hasta la resignación. La yapa apareció desde una subsección del peronismo -Convicción Federal-, que se diferenció del cristinismo y un puñado votó en general el Presupuesto 2026.

Para la segunda quincena o fines de enero se presume que Bullrich continuará con el “pulido” de la iniciativa laboral. Haría bien, ya que dejar las cosas para último momento en el Congreso nunca representa la mejor opción. O no hacer nada, como también sucedió. Lo ocurrido hasta las elecciones de octubre es el ejemplo más claro. El daño -y no por el contenido de las mismas, debido a que algunas tenían fundamentos sólidos- fue incalculable y la Casa Rosada lo sabe.

Las dudas que persisten en Diputados sobre el articulado del proyecto de estabilidad monetaria -ya despachado- no preocupan ni al oficialismo ni a la oposición. Sí el Código Penal, ya que estuvo incluido en el temario y no se presentó en mesa de entradas. Tampoco se conoce la modalidad. El oficialismo deslizó a través de una bicameral, algo no aceptado por diversos bloques. Lo más probable es que, al ser un texto pesado y que llevó mucho tiempo calibrarlo, se debata con tranquilidad desde el período ordinario que Milei abrirá el 1 de marzo, cuando asista al Congreso.