El pleno del Senado durante una sesión realizada en septiembre pasado (RS Fotos)

A 48 horas de las elecciones del domingo pasado y, en medio de una andanada opositora en Diputados para avanzar con el Presupuesto 2026 a su manera, en el Senado comenzó a vislumbrarse un potencial problema en caso que la norma pase a la Cámara alta sin acuerdo oficialista, a seis semanas del recambio legislativo. Dialoguistas y aliados creen que el acelerado debate impuesto por antilibertarios no sólo los dejará en un incómodo lugar, sino que además podría lesionar las ya frágiles relaciones que la Casa Rosada buscaría reconstruir, con un regalo nada menor para el Ejecutivo: una tercera prórroga de la ley de gastos para el año próximo a manos de Javier Milei.

“Está claro, a esta altura, que la primera señal de reordenamiento es contar con un Presupuesto 2026. Sería lo mejor para todos después de meses álgidos. Lo sabe el Gobierno y lo entiende toda la oposición, más allá de lo que quiera hacer un kirchnerismo enojado y con ganas de dañar. Si Diputados insiste con sacar rápido un dictamen la semana próxima -se aprobó en el recinto un emplazamiento a comisiones y está liberado ese camino, desde lo formal- y llevarlo a votación, ¿de qué nos disfrazamos nosotros después? Como está el Congreso actual, todo lo que vino de allá se avaló acá los últimos meses. Sería algo así como dejarle servido un gran argumento al Presidente para que prorrogue una vez más. Ahora hay que pensar bien cómo moverse. No es tiempo de empujar cosas a lo loco”, manifestaron a Infobae desde un experimentado despacho.

Por otra parte, un senador dialoguista reflexionó ante este medio: “Si se pudo con la ley Bases, esto no tiene por qué convertirse en un drama o batalla. A fin de cuentas, es un plan de Gobierno y tampoco es correcto agarrarlo y destrozarlo. En los últimos dos años, Milei ganó las dos elecciones más importantes que tenía. Decime si conviene atropellar después de esto. Si el Congreso continúa sin descifrar lo que dijeron las urnas, entonces será demasiado evidente el objetivo real de una parte importante de la oposición”.

Las últimas horas trajeron la novedad de la reunión anunciada para mañana entre un voluminoso lote de gobernadores -en principio, 15 mandatarios provinciales- y el Ejecutivo. Esto era imposible de imaginar hasta el último domingo, aunque no quita las tensiones vigentes en Diputados y el Senado. Por eso las advertencias de legisladores y una sugerencia de razonar antes de actuar, para evitar que una configuración a punto de ser modificada le deje un terreno dinamitado a la del 10 de diciembre. Claro está que el escenario actual tiene la cuota que aportó el propio oficialismo, en particular, la Casa Rosada. Negar esto es no comprender la realidad parlamentaria y las delicadas postas que se atravesaron durante el corriente año.

La vicepresidenta y titular del Senado, Victoria Villarruel (Gustavo Gavotti)

También será trascendental algo no clarificado por el Gobierno: quiénes serán sus verdaderos interlocutores a la hora de llevar y traer propuestas a eventuales aliados. Son más que recordados episodios de un pasado no tan lejano que pincelaron, en su momento, personajes libertarios que se contradecían en sus propias propuestas, estrategias mágicas que llenaron el Senado de humo durante varios días, y un Ejecutivo que denostó sin freno a varios que estuvieron dispuestos a ayudar a la administración central desde el primer día.

Uno de los bloques que se movió primero fue la Unión Cívica Radical (UCR), que concretó un ida y vuelta entre senadores y gobernadores para revisar el Presupuesto 2026. Por caso, el chaqueño Víctor Zimmermann preparó un informe detallado para su bancada y, con ello de base, los legisladores del centenario partido marcaron pros, contras y sugerencias de cambios para que sus diputados -y gobernadores- negocien con el Ejecutivo.

Lo que nadie sabe aún es, en todo esto, es qué papel tendrá la vicepresidenta y titular de la Cámara alta, Victoria Villarruel. Después de activar una agenda política y comunicacional muy magra, el triunfo libertario ni siquiera la aplacó y, pese a que se había “entendido” con el principal gremio del Congreso (APL), de Norberto Di Próspero: abrió una guerra con el sindicato por la histórica directora de Personal, Mónica Nieto, a la que pretendería eyectar de la “Casa”.

Quienes están hastiados de APL apuntan a esa butaca como una de las zonas juguetonas del Senado. Di Próspero también hizo lo suyo: sacó un comunicado para manifestar el estado de “alerta y movilización”. Lo llamativo de todo esto es que, hasta semanas atrás, se concretó un festival de recategorizaciones acordado entre el gremio, Villarruel -escondió los nombres en los decretos correspondientes, como contó Infobaey legisladores. Quedaron a la deriva, como suele ocurrir, decenas/centenas de eficientes empleados que no tienen padrino o madrina que esperan desde hace mucho tiempo. Ni hablar de otras cuestiones pendientes. Ahí no se preocuparon ni la vice ni, sobre todo, el sindicato.