Darío Husaín es un trotamundos del fútbol. Durante su carrera pasó por seis ligas diferentes, algunas de ellas fuera de lo común. Por estos días, el ex futbolista se encuentra trabajando en un club de Miami, Estados Unidos, como docente, coordinador y director técnico en la materia de este deporte. Se trata de aquel delantero de melena azabache que era todo una Furia con la camiseta de Vélez, donde nació futbolísticamente, se consagró campeón en Liniers de la mano de Carlos Bianchi, quién lo hizo debutar, y fue dirigido por Marcelo Bielsa, a quién definió como “el mejor entrenador de todos”.
Tras siete años exitosos en el Fortín, integró junto a su hermano mayor Claudio, el River Plate de Manuel Pellegrini, consagrándose campeón en el 2003. Luego, se fue a la Universidad Católica (Chile), previamente a recalar en Racing Club, donde no le fue bien. “Di un paso en falso, a veces no salen las cosas como uno quiere”, recuerda el ex atacante.
Luego de su paso por Avellaneda, continuó su carrera en Puerto Rico, vistiendo la camiseta de Puerto Rico Islanders, en donde compartió equipo con Gustavo Barros Schelotto. “Algunas veces, hay propuestas interesantes solo por la plata. Pero después dije ‘en donde me metí’. Igualmente, conocimos un lugar muy bonito”, remarca su aquella experiencia.
En el 2007, dejó Puerto Rico para ir a jugar al VB Sports Club de las Islas Maldivas, un país exótico. “Viví en un hotel all inclusive, como si estuviera de vacaciones. Vivía en la capital Malé. Jugué en un equipo importante, que competía para entrar en la Asían Cup. Pero me vine antes de jugar esa copa contra equipos de Japón”, resalta Husaín, que estuvo seis meses en Maldivas, previo a regresar a Sudamérica para vestir la casaca de Deportivo Pereira de Colombia. Luego, regresó a la Argentina para jugar en el ascenso con San Martín de San Juan y para finalmente retirarse en Juventud Unida de San Luis en el 2010.
La hora del retiro es muy compleja para los futbolistas. Básicamente porque toda la vida patearon una pelota y en la mayoría de los casos cuelgan los botines siendo muy jóvenes, ya que no superan las cuatro décadas. Ese es el caso de Husáin, quien se retiró con solo 35 años luego de una muy buena carrera, pero el post retiro lo sufrió bastante. “Los primeros cuatro meses no tuve problemas, ya que me juntaba con amigos, familia, y comía asados, pero después me mató durante un año y medio. No salía de mi casa. Estuve depresivo y bajoneado”, revela en diálogo con Infobae desde los Estados Unidos.
– ¿Qué es de tu vida, Darío?
– Desde hace tres años estoy viviendo en Estados Unidos. Estoy en una academia enseñando fútbol. A la noche, también trabajo en una empresa que es peruana, que se llama Pro Amateur. En Miami la empresa se llama Train, que es especializa en entrenamiento para gente grande y amateur. Es un entrenamiento en grupo de fútbol y coordinativa. Igualmente, después siempre terminamos haciendo fútbol. La verdad que nos va muy bien. En Perú es un éxito, pero hace un año la trasladaron a Estados Unidos.
– ¿Cómo se te dio por ir a trabajar a Miami?
– Yo me retiro en el año 2011 y habíamos venido de vacaciones con mi familia a Miami. En el 2013 nos vinimos a vivir para probar. Aparte nos gustaba mucho acá y se dio lo de la Academia de Fútbol, donde estoy trabajando con contrato. Entonces, se dio todo para que vengamos. Al inicio, estuvimos tres años, desde el 2013 hasta el 2016. Luego, en el 2016 volvimos dos años a la Argentina y nos volvimos a Miami un par de años más. Después, regresamos otra vez a Argentina porque mi hijo más grande había quedado en las divisiones inferiores de Huracán. En los primeros días del 2023, nos vinimos para acá definitivamente para quedarnos. Y estamos a punto de ser ciudadanos estadounidenses. Después, nunca sabes que puede llegar a pasar, Argentina es Argentina.
– ¿Es distinta la vida allá con relación a la Argentina?
– Económicamente acá uno está un poco más cómodo y podes salir a la calle, hay más seguridad. Y si venís y le metés ganas, le metes huevos, en Miami la verdad te podes hacer un futuro espectacular. Con el tema de la seguridad, te olvidas de todo. Sinceramente te olvidás de todo, pero bueno como digo siempre, Dios quiera que en Argentina cambien las cosas para poder vivir bien. Porque más allá de que estamos lejos yo no tengo televisión de acá, sino que veo todo allá, todo lo que pasa en Argentina. Sin tele no puedo vivir, pero solamente vemos los canales de aire, los noticieros argentinos y los de deportes. De lo que pasa en Estados Unidos, no me entero de nada. Hace un año y medio que no voy a Argentina. Mis hijos van mucho. A mis hijos les cuesta, les cuesta despegar, pero yo voy y vengo, sobre todo para las fiestas. La vida social en Argentina, como somos nosotros, es incomparable.
– El tema de la seguridad no es un tema menor para vos, especialmente por lo que pasaste en julio de 2003, cuando fuiste secuestrado por tres delincuentes y te liberaron un par de horas después en Morón…
– Sí, pero sabes que no fue por eso qué me fui del país. Lo que pasé la verdad fue algo terrible, pero no me afectó mucho. La pasé mal, muy mal, pero fue más que nada por el estilo de vida de Miami. Primero, lo hicimos para probar y me gustó. Este país nos abrió las puertas con trabajo y es espectacular. Es más, estoy agradecido desde el primer día que vinimos acá, pero por el tema de seguridad es muy distinto. Cuando voy a Argentina, veo todo. Observo en el noticiero que está muy mal la situación en Argentina, terrible. Aparte, me cuenta mi familia porque constantemente hablo con ellos. Pero siempre fue igual Argentina y no me sorprende.
– Cuándo decís que la pasaste mal, ¿a que te réferis?
– Fue una hora y media de secuestro terrible. No es que me golpearon ni esas cosas, pero sí me apuntaron con un arma. La situación me mató. Yo estaba con un hijo. Y todavía, no tenía mi segundo hijo. No sabía que podía llegar a pasar, pero la pasé mal, aunque no me afectó a futuro.
– ¿Siempre te vinculaste al fútbol desde que colgaste los botines?
– Sí, siempre traté de estar en el fútbol. Por ahí somos de otra generación y para lo único que nos educaron era para eso, es lo que sabemos hacer y nos hace felices. El futbol es lo que me apasiona. Puedo tener otro negocio, pero siempre trato de buscar algo relacionado con el fútbol. La verdad la paso muy bien y me divierto mucho.
– ¿A futuro te gustaría ser entrenador en un equipo de la MLS de los Estados Unidos?
– Sí. Por ahí en su momento sí tuve la posibilidad, pero ahora estoy tranquilo. Nunca se sabe si llega una oportunidad. Seguramente sí a futuro, pero no es que lo estoy buscando permanentemente. En la Academia estoy muy bien.
– ¿Cómo fueron tus inicios con la pelota?
– Siempre en Vélez. Desde los 10 años junto a mi hermano Claudio hasta poder debutar en Primera de la mano de Carlos Bianchi en 1996. Agarré una época maravillosa, mejor no podía estar. Fue una época donde había grandes jugadores que ganaban todo. No tuve la suerte quizás de ganar la Copa Libertadores, pero el año que debuté en Vélez, salimos campeones en el torneo local. Al otro año, pasó lo mismo y al otro año, también. Después, llegó Marcelo Bielsa y seguimos en el mismo rumbo. La verdad que estuvo muy bien.
-¿Cómo te descubrió Bianchi para llevarte a Primera?
– En Vélez le debo mucho a Osvaldo Piazza. Yo pasé de Quinta a Cuarta, y estaba por quedar libre por una lesión. Pero no quedé libre. Y en Cuarta venía jugando poco y nada. Hasta que muchos chicos de mi categoría subieron a Primera y se me abrió un hueco grande. Ahí empecé a jugar un poco más. Piazza en esa época estaba en Cuarta División. Empecé a andar bien. Me llevó a Reserva y ya Piazza me tenía fichado. Y Osvaldo le fue comiendo la cabeza a Bianchi, quién me llevó a la pretemporada de verano. Pero en la primera semana mucha bola no me dio; me llevó de compromiso para que Piazza no le hinche más las bolas, de alguna manera. Había un grupo de 18 que jugaba ese mismo sábado en el torneo de verano. Y se había hecho un partido contra Lanús en Necochea. Y como no había otro para poner, jugué yo. En ese partido anduve muy pero muy bien. Cuando terminó el primer tiempo, yo me senté a tomar agua y Carlos vino y se sentó al lado mío.
– ¿Qué te decía?
– De la nada empezó a hablarme, a darme indicaciones. Y me dio consejos de delantero: como moverme, recibir de espaldas, rebotar y definir. A partir de ahí, no me dejó tranquilo y me hablaba siempre, para bien, ¿no?
– ¿Fue un cambio rotundo de Bianchi a Bielsa?
– Sí, son dos estilos diferentes. Yo lo que rescato de Bianchi es la simpleza, ¿no? Es increíble, y después ves todo lo que hizo. Él mantenía activo a todo el plantel e hizo debutar a muchos chicos.
– ¿Qué rescatás de Bielsa?
– Es el mejor de todos. Bielsa piensa como persona antes que como entrenador. Tiene honestidad y es frontal al decir las cosas. Yo al inicio no estaba convencido sobre él. Y Marcelo me convenció de dos o tres cosas impresionantes que después las pones en práctica y funcionan. Te marcaba el partido y te anticipaba en un 90% lo que iba a pasar durante el juego. La forma de trabajar, prácticamente, no te aburría. Siempre lo voy a tener ahí arriba por todo lo que dije y por haberme llevado a la Selección Argentina. Eso, para mí, es lo más grande. Recuerdo que él me marcaba cosas…
– ¿Cómo cuáles?
– Siempre lo que le pedía a los delanteros es que traten de acompañar al lateral de su punta, donde jugaban. Un día, yo se lo marqué y le dije “Marcelo, eso yo no lo puedo hacer, nunca lo hice”. Me dice “no, pruébelo. Vas, se la sacás y lo volvés a atacar”.
– ¿Por qué te decía eso?
– Porque los laterales se iban mucho al ataque. Entonces, el defensor ya lo va a pensar cuando lo marque un delantero. Me decía “en la primera, va, se la sacás y lo volvés a atacar. El defensor va a pensar ‘este tipo es un avión, no puede ser. No solamente me ataca, sino me recupera’. La segunda vez que va, se la sacás y lo atacás, el lateral no se va más”, me aconsejaba. Y te puedo asegurar que pasó. Es una locura. La tenía re clara Marcelo. Y detalles de eso, miles, que pasaban no solamente en mi posición, sino que viví en situaciones con mi hermano. Son cosas las que te quedan marcadas, charlas imperdibles, pero ahora no se me viene mucho a la cabeza.
– Recién mencionaste a la selección argentina. ¿Qué fue para vos representar a tu país?
– Es lo más grande y lindo que me pasó en la vida. Integrar la selección durante la primera gira de 1999 con Bielsa como entrenador fue muy bueno para mi carrera. Después, me tocó estar dos partidos más y tuve la posibilidad de jugar partidos por Eliminatorias para Corea-Japón 2002 con otros fenómenos. No tuve la suerte quizás de llegar al Mundial, que es el sueño más grande que le puede pasar a un jugador de fútbol. Pero la etapa que estuve ahí fue maravillosa, y lo más lindo que me pasó. Estuve toda la etapa de Bielsa que me conocía de Vélez Sarsfield. Es más, fue una de las mejores eliminatorias en la historia de la selección argentina. Aparte de eso, la tenía muy difícil, ya que competía contra cada monstruo en la delantera, como Claudio Caniggia, Gabriel Batistuta y Hernán Crespo.
– Después de Vélez saltaste a River en el 2003, ¿Notaste el cambio entre un equipo y otro?
– Sí. En River tuve la posibilidad de encontrarme otra vez con mi hermano. Y también integré un gran equipo, con un gran cuerpo técnico comandado por Manuel Pellegrini. Fue un año y pico bueno. Salimos campeones del torneo local y llegamos a cuartos de final de la Copa Libertadores. Después, jugamos la final de la Copa Sudamericana, que perdimos con Deportes Cienciano de Perú. ¿Pero sabés qué pasa? Fue un año muy bueno, pero… Boca ganó la Copa Libertadores y ganó la Copa del Mundo. Y eso pega duro puertas adentro. Yo lo viví en River y pega duro, pega muy duro. Pero fue una experiencia espectacular, con grandes compañeros.
– ¿Cuando decís que pega duro, qué significa?
– Más allá de los logros, Boca y River compiten todo el tiempo. Nosotros ganamos el torneo local, pero Boca logró la Libertadores y eso te pega en lo anímico muy duro.
– ¿No les alcanzaba a ustedes con ganar el torneo local?
– No, estábamos bien, pero no queríamos que Boca gane a la Libertadores. Encima, luego perdimos la final con Cienciano la final de la Sudamericana. Y Boca le gana al Milán. ¿Viste? En ese sentido, Boca y River compiten todo el tiempo. Uno siempre mira al otro, todo el tiempo. Pero no solamente pasa en Argentina, sino en todos lados. Si River pierde, mira el resultado del otro, que quiere que pierda.
– ¿Cuándo estuviste en Racing, con Independiente pasaba exactamente lo mismo en tu época?
– Sí. No solamente pasaba en River y en Boca, sino también en Racing e Independiente. Le pasó a mi hermano en Rosario. Estando en Newell’s, le sucedió lo mismo con Central. Es lo mismo en todos lados.
– ¿Cómo fue compartir vestuario con tu hermano?
– La verdad es que fue muy bueno, en todo sentido. Porque mi hermano era el primero que me marcaba los errores. Me guiaba y me marcaba el camino, pero no me dejaba pasar una. Después del primer año, ya lo tomaba como algo normal. Pero no lo veo como algo especial, pero sí para mi papá y mi mamá que estaban orgullosos de vernos jugar juntos.
– ¿Qué balance haces de tu paso por Racing en el 2004?
– Jugué poco y no me fue bien. Estuve con el Pato Fillol como entrenador, que a los dos o tres meses se fue. Luego, la pretemporada la hicimos con Guillermo Rivarola. Fue una etapa linda. Jugué pocos partidos, pero conocí a una hinchada impresionante. Di un paso en falso y a veces no salen las cosas como uno quiere, ¿no?
– Después elegiste destinos futbolísticamente raros ¿no? Estuviste jugando en el fútbol de Puerto Rico y en las islas Maldivas…
– El tema de Puerto Rico era porque me había quedado sin jugar y ahí jugué con Gustavo Barros Schelotto para no perder el ritmo. Fui a jugar unos meses. La verdad, la pasé bien. Es muy lindo el país. Algunas veces, hay propuestas interesantes por la plata. Pero después dije “¿en donde me metí?”. Igualmente, conocimos un lugar muy bonito. Lo tomo como una experiencia linda, familiar, pero es un lugar raro, muy raro por el tema de la religión viste. Son culturas totalmente distintas a la nuestra, porque vivís en otro mundo. Ahí es para ir de vacaciones, pero vivís en otro mundo totalmente distinto a lo nuestro.
– ¿Cómo se vive ahí?
– Mira, viví en un hotel all inclusive, como si estuviera de vacaciones. Vivía en la capital donde había una liga para entrar en la Asian Cup. Pero me vine antes de jugar la Asian Cup contra equipos de Japón. Luego, volví a Sudamérica para jugar en el Deportivo Pereira de Colombia, antes de regresar a San Martín de San Juan y pasar por el fútbol de Brasil. En San Juan fue espectacular, me encantó la ciudad, el club y jugar en la B Nacional. En Brasil fue para jugar en el estadual en Itumbiara de Goiás. Los estaduales se juegan los primeros cuatro meses del año. En San Martin, me venía a retirar en el 2010, pero el Teté Quiros y Raúl Antunia agarraron Juventud Unida de San Luis y me convencieron para ir. Fui y pasamos siete, ocho meses muy lindos. Cuando se fueron al Blooming de Bolivia en el 2011, rescindí mi contrato y me retiré.
– ¿Por qué tomaste la decisión de retirarte? ¿A qué edad?
– Tenía 35. La decisión la había tomado después de Brasil. Estaba haciendo el curso de técnico y jugué casi un año más por ir a Juventud Unida de San Luis. Pero estuvo bien, muy lindo la pasamos bien.
– ¿Te costó el post retiro?
– Los primeros cuatro meses no, pero después me mató durante un año y medio. Los primeros cuatro meses era juntarme con amigos, familia, comer asados, pasarla bien, ir a la cancha como hincha. Pero después, ya no tenés más nada para hacer. Si no agarras algo, la pasas mal. Estuve un tiempito bastante mal hasta que nos vinimos a vivir a Estados Unidos. Ahí empezó todo. La verdad es que me hizo muy bien venir a Miami porque salió lo del club y la coordinación de la Academia de fútbol. Aparte, empecé a dirigir.
– ¿Qué te pasó en ese año y medio posterior a tu retiro?
– No salía de mi casa y me agarró depresión. No salí de mi casa por el bajón de tener tanto tiempo libre. Gracias a Dios, no agarré nada jodido en cuanto a los vicios, pero sí estuve muy bajoneado, depresivo, hasta que después salió esto en Miami que me cambió la vida ¿no? Gracias a Dios, como digo siempre, por ahí no necesitaba salir a trabajar, pero sí distraerme y ponerme objetivos, tener la cabeza ocupada en algo. Podés tener plata, podés vivir bien, pero debes tener la cabeza ocupada en algo sí, con objetivos a cumplir para adelante.